Editorial 26/11/2012
Esas nubes bajas capaces de ensombrecer y volver aún más oscuro lo que habÃan dejado entrever algunos dÃas de sol pleno. Los nubarrones que se ensañan con jóvenes indefensas a la hora de recibir golpes y finalizar su “drama” en la Terapia Intensiva del Hospital, desgarradas, antes y después. Golpeadas, antes y después. Por esas violencias que bien pudieron definir Carolina SantÃa o Viviana RodrÃguez en el recinto del Concejo Deliberante.
Y es en el marco de la “Semana de las No Violencias” cuando se produce un hecho gravÃsimo y aberrante. Una menor de 14 años es salvajemente golpeada horas después de que un joven de 22 años decidiera quitarse la vida, ahorcándose. Cuando hay denuncias cruzadas entre un inspector de tránsito y una mujer que acusa y habla de violencia, de humillaciones y “fierros” sin balas, por ahora.
Lo acontecido en el recinto del Concejo Deliberante esbozó teorÃas para poner freno a la violencia de género y llamados para pasar a los hechos concretos. De manera lamentable, el hecho más concreto parece ser una placa roja en Crónica TV que anuncia que hoy, lunes, habrá una movilización en Saladillo por una salvaje golpiza a una joven de 14 años. En tanto, Agustina permanece en Terapia Intensiva, shockeada y sedada. Una menor de 14 años. Las voces permanecen silenciosas y todo lo que se expresa se hace en voz baja. Y parece mejor no escuchar lo que dicen porque la tragedia está presente en cada comentario. Lo que dice ese silencio es espantoso. Porque pareciera que no existen lÃmites precisos. Es allà cuando uno desea que nada de lo que escucha pueda ser cierto. Surgen las preguntas y los interrogantes. Los secretos mejor guardados por la FiscalÃa se convierten en palabras que muchos repiten. Alguien debe decir la verdad. Esas verdades de antes y las de ahora. Las cámaras de seguridad, “vendidas” casi como la panacea, siempre llegarán tarde ante el hecho consumado. Si funcionan, claro. La que está en la Terminal no llegará ni antes ni después. No llegará nunca porque no funciona. Y aún si funcionara no logrará nunca “contarnos” algo sobre los vericuetos más profundos de los dramas y las violencias humanas. Nunca nos informarán fehacientemente si el suicidio de un joven de 22 años y la golpiza propinada a una niña de 14 años tienen alguna vinculación entre sÃ. Lo que serÃa importante es que los humanos y no las cámaras nos informaran qué pasó realmente. Que digan la verdad, nada más. Por dolorosa y terrible que sea.
Hay quienes se preguntan por qué una niña de 14 años está en la calle a las 03:00, en plena madrugada. Y se puede preguntar por todas las niñas y niños de todas las edades. Mientras existan quienes están dispuestos o dispuestas a golpear, abusar o violar. Mientras existan esas violencias que no dejan huellas visibles en el cuerpo de un ser humano, de las que muy poco se habla. No hay horarios precisos para la violencia. A toda hora, existe.
Y hay quienes se “ensañan” con la educación y, rápidamente la vinculan, claro, a la “educación de los pobres” cuando está demostrado que los Ãndices de la violencia de género, por citar un ejemplo, no distinguen entre clases sociales y que la cuestión estadÃstica, sà tiene que ver con ellas. El aborto y la droga son dos temas que demuestran esas diferencias. Es esa desigualdad la que permite abortar casi sin riesgo a quien puede pagar esa “intervención” con comodidad, la misma que hace que una niña, adolescente o mujer puedan morir en el intento por no contar con las mismas posibilidades.
Son esas las diferencias que hacen que algunos puedan adquirir marihuana o cocaÃna sin necesidad de “delinquir” para tratar de conseguir, desesperadamente, dos porros o unos gramos de “polvo blanco”.
En los dos casos se impone la despenalización como elemento importante que haga descender la violencia implÃcita y la muerte como valor agregado. Tema de debate. HabrÃa que empezar de una vez. Con algún tema, al menos.
Prevención, cuidado, protección de la niñez, contención. Se deberÃa invertir en ello. El Estado municipal tiene responsabilidad a la hora de administrar gastos.
La dilapidación de recursos posterga verdaderas necesidades.
Habrá que hacer algo o dejar que todo siga, diluyendo responsabilidades.
Hubo y hay funcionarios que dedican parte de su tiempo a rezar. Y a pedir casi desesperadamente que nada suceda. Que se acaben las tragedias, las violencias nocturnas, los choques y las muertes. Otros, colaboran decididamente para que todo siga igual o peor.
Las nubes bajas y nubarrones suelen preceder tormentas y aguaceros.
Será cuestión de intentar una solución antes de que nos "tape" el agua.
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